«El Factor K» es el nombre de fantasía que hemos dado a ese factor por el cual se multiplican TODOS los programas o sistemas de gestión preventiva y que hace que ellos mantengan en la práctica su potencia original o que la disminuyan. Muchas veces a niveles francamente lamentables.

El Factor K, como factor que es, cuando es igual a 1 permite que se obtenga del programa todo su potencial de entrega de resultados. Cuando es menor que 1, hasta el mejor programa o siste­ma se debilita hasta entregar pobres o nulos resultados.

El Factor K siempre está presente; siempre opera, para bien o para mal y querámoslo o no. Por lo que es necesario prestarle atención y mantenerlo en su valor máximo para que los resultados no nos decepcionen o sorprendan negativamente.

Le hemos denominado El Factor «K» porque es una especie de vitamina que «fortalece» los programas y evita el «debilitamiento» que muchas veces se produce en la aplicación de los mis­mos. También porque el factor k tiene que ver en definitiva con la Cultura de la empresa (Kultur en alemán) y, según muchos, fueron los alemanes los que más desarrollaron inicialmente este concepto, asociado a las organizaciones.

Pero, en términos prácticos, «El Factor K» tiene que ver, simplemente, con un liderazgo verdade­ro, real. Un Liderazgo que sea Visible, Efectivo y Suficiente (LIVES). Es, por lo demás, lo único que puede garantizar que del programa o sistema preventivo de la empresa se obtenga el cien por ciento de lo que es capaz de entregar.

Porque el desempeño de la línea de mando y de la supervisión en particular dependerá, en gran medida, de este liderazgo.

El Desafío de Hoy

Muchas empresas ya han logrado niveles de seguridad estadísticamente bajos; incluso a nivel de las mejores empresas del mundo. Pero aún así, las propias empresas consideran sus resultados en seguridad como «estadísticamente» buenos, pero «éticamente» inaceptables. Sobretodo cuando la gravedad de los accidentes afecta de manera considerable al trabajador y a su núcleo familiar.

Desde el punto de vista de la gestión y de los negocios, por su parte, los accidentes son siempre un mal síntoma y muchas veces presagios de problemas más endémicos. Porque los accidentes son signos evidentes y a veces una demostración cruel de un control desprolijo e insuficiente.

Ahora bien, es verdad que en materia de seguridad los progresos han sido notables en las últi­mas décadas; pero eso ya es historia. Ahora, el aspirar a lograr y mantener resultados de excelen­cia, requiere poner en juego lo mejor de las organizaciones y de sus dirigentes. Y ésta es, ya, la realidad de un importante número de empresas.

Y para ello, el desafío tiene un solo nombre:

Cultura Preventiva

El pensar que para los cambios culturales se requiere de generaciones y que hay que comenzar necesariamente desde la sala cuna, han sido hasta ahora dos paradigmas paralizantes y «estupendos» pretextos para no emprender este desafío. De hecho en las empresas ni siquiera hemos iniciado un proceso formal y sistemático apuntando a un mejoramiento de la cultura preventiva.

APA Chile cree que es necesario un rápido y significativo «despegue» hacia una mejor cultura preventiva. Y cree también que ello es posible en las empresas, si se cuenta de verdad con la decisión, la voluntad y la persistencia de los niveles gerenciales, particularmente del Número Uno.

Nuestra propuesta se basa en que un Compromiso de Honor del nivel gerencial, en torno a cier­tas normas fundamentales contenidas en un «Código de Comportamiento Preventivo«, de segu­ro impactará positiva y significativamente en la cultura preventiva de la empresa y redundará en un mejoramiento notable de la seguridad, en el corto plazo.

Y de paso, se ganará o reconquistará el respeto y la credibilidad de los trabajadores que, en acti­tud siempre observante, juzgan con severidad las incoherencias entre acción y discurso de supervisores y gerentes, en materias de seguridad.

Cultura Preventiva es, desde luego, el componente de la cultura organizacional dentro de la cual opera la prevención. Aunque en términos prácticos podríamos decir simplemente que:

CULTURA PREVENTIVA
Es lo que hace que en una organización todo el mundo le da importancia, pero de verdad, a la prevención: En todo momento, en todo lugar, a todo nivel…
¡Y en toda circunstancia!

Una Cultura Preventiva, correctamente encausada, ayudará a lograr ambientes de trabajo más humanos, más gratos, más seguros y… ¡Más Productivos!

¡Vale la pena!

Prevención y Seguridad

Es bueno distinguir estos dos conceptos, que si bien están muy ligados el uno al otro, para APA Chile tienen diferencias significativas. Debiéramos entender a nuestro juicio, en primer lugar, que:

«Prevención es lo que hacemos, mientras que Seguridad es lo que logramos»

Es decir, en las empresas «no hacemos» seguridad. Lo que hacemos es prevención… ¡para lograr la seguridad! Y la seguridad total y absoluta no existe, ni siquiera en la NASA, que se supone de­bería ser la empresa más segura del mundo. Lo que existen son grados o niveles de seguridad; y ese grado o nivel de seguridad que obtengamos, va a depender de lo que hagamos en prevención.

Por lo tanto, lo que debemos desarrollar en nuestra gente, a todo nivel, para mejorar la seguri­dad, son: actitudes preventivas, comportamientos preventivos o, mejor aún. ¡Cultura Preventi­va! ¿Por qué? Porque:

«Al final de cuentas, lo esencial de la Seguridad está dentro de las personas o no está en ninguna parte»

Otra diferencia significativa entre prevención y seguridad, consiste en que la prevención es un concepto mucho más amplio; de mayor cobertura. Y así como la prevención es necesaria para la seguridad (para evitar daños por accidentes), también lo es para la productividad (para evitar derroches); para la calidad (para evitar defectos); para el medio ambiente (para evitar deterioros) y para el clima laboral (para evitar desmotivación). Entre otras cosas dentro y fuera de las empresas.

Prevención es hoy un concepto de alto valor gerencial, asociado plenamente a los Resultados Globales RG.

Fuente: Rekrea