En el ámbito económico-financiero, el instrumento básico de obtención de información es la contabilidad. El sistema contable proporciona fundamentalmente dos tipos de información: la externa y la de gestión.

  • Información externa: es la que nos proporciona la contabilidad financiera o general, cuya mayor utilidad está enfocada a los usuarios externos y a la presentación de las cuentas anuales.
  • Información de gestión: es la que nos aporta la contabilidad, tanto interna como externa, para utilizarla en el ámbito de la gestión y, de esta manera, permi­tir a los responsables (directivos) tomar decisiones.

A través de la contabilidad financiera se representa el patrimonio de la unidad económica, bienes derechos y obligaciones (balance de situación), así como los cambios y variaciones que se producen (estado de cambios en el patrimonio neto); por otro lado, los resultados obtenidos (cuenta de pérdidas y ganancias); y por último, las prácticas, principios y requisitos de valoración aplicados para su determinación (memoria), así como la situación de liquidez, su origen y utilización (estado de flujos de efectivo).

Usuarios

La información económico-financiera elaborada en las empresas ha pasado de ser usada clásicamente por socios y administradores, a ser demandada actualmente por un colectivo social muy amplio: desde la Hacienda Pública, el Mercado de Valores, instituciones financieras, inverso­res y analistas financieros, hasta los propios proveedores, acreedores, clientes, empleados y otros agentes sociales interesados (organizaciones sindicales, asociaciones de consumidores y empresarios, principalmente).

Pero la información contable no es totalmente objetiva, pues está influida por quienes la elaboran (los directivos) que, a su vez, son usuarios interesados, y pueden come­ter errores (involuntarios o deliberados) o aplicar los principios y normas contables, dentro de la flexibilidad que éstos permiten, optando por la alternativa más favo­rable a sus intereses, en perjuicio de los de terceros.

Toda esta correspondencia de intereses exige un requisito fundamental: fiabilidad (si bien unos usuarios en mayor grado que otros, dependiendo de la influencia más o menos directa de dicha información). Para que esta información sea fiable, se ha de dotar al proceso de generación de la misma de elementos formales, que abordan desde la aplicación de criterios y principios de valoración uniformes, principios de contabilidad generalmente aceptados (PCGA), hasta el control de la aplicación de esos principios por profesionales independientes, los auditores.

El desarrollo práctico de estas garantías se ha producido internamente en cada país de manera poco coordinada con el resto y atendiendo más a peculiaridades propias que a un intento de creación de alguna normativa supranacional. Con el proceso de globalización de la economía se ha internacionalizado la demanda de información económica. La necesidad de comparación de información contable a nivel internacional ha llevado al laborioso proceso de normalización contable, para homogeneizar la información en los mercados de capi­tales. La normalización contable articula, bajo un con­junto de normas, la presentación de la información de las unidades económicas para satisfacer las necesida­des de usuarios ajenos a las mismas. El pun-to de encuentro entre esas necesidades y la limitación de dis­torsiones que puede producir la aplicación de principios y normas contables es lo que ha de conseguir la nor­malización contable, bajo el marco de fiabilidad, trans­parencia y comparabilidad de información contable.

Concepto de auditoria

La auditoría se origina como una necesidad social gene­rada por el desarrollo económico, la complejidad indus­trial y la globalización de la economía, que han produ­cido empresas sobredimensionadas en las que se separan los titulares del capital y los responsables de la gestión. Se trata de dotar de la máxima transparen­cia a la información económico-financiera que sumi­nistra la empresa a todos los usuarios, tanto directos como indirectos.

Existe una gran variedad de términos para expresar un mismo concepto, auditoria, debido al amplio desarrollo que ha tenido esta disciplina en los últimos años. En el siguiente apartado se exponen algunas definiciones de auditoría desde un enfoque externo.

La Ley de Auditoría de Cuentas (LAC) y su Reglamento defi­nen la auditoría como «La actividad consistente en la revi­sión y verificación de las cuentas anuales, así como de otros estados financieros o documentos contables, elabo­rados con arreglo al marco normativo de información finan­ciera que resulte de aplicación, siempre que aquélla tenga por objeto la emisión de un informe sobre la fiabilidad de dichos documentos que puede tener efectos frente a ter­ceros.» (Artículo 1.2). El Reglamento puntualiza que será realizada por persona cualificada e independiente, utili­zando técnicas de revisión y verificación idóneas.

La propia LAC amplía el contenido genérico anterior, al decir que «[…] la auditoría de cuentas anuales consis­tirá en verificar y dictaminar si dichas cuentas expresan la imagen fiel del patrimonio y, de la situación fi­nanciera y de los resultados de la empresa auditada, de acuerdo con el marco normativo de información fi­nanciera que le sea aplicable; también comprenderá, en su caso, la verificación de la concordancia del in­forme de gestión con dichas cuentas.» (Artículo 1.3).

Como se puede observar, en todas las exposiciones hay elementos comunes. De los conceptos legales se desprenden algunas características básicas de la auditoría:

  • Es una actividad desarrollada por persona cua­lificada e independiente; es decir, con una titu­lación académica, experiencia profesional y com­petencia, y con presunción de independencia de criterio en virtud de las normas vigentes, sin intereses o influencias que menoscaben la obje­tividad.
  • Para realizarla se utilizan técnicas de revisión y verificación idóneas; con ellas se planifica el tra­bajo de auditoría y se establecen programas y pro­cedimientos documentados tanto en los Papeles de Trabajo como en los archivos correspondientes (temporal y permanente).
  • Consiste en el examen de las cuentas que han de expresar la imagen fiel del patrimonio y de la si­tuación financiera, así como el resultado de las operaciones y el sistema de control interno: el au­ditor constata la razonabilidad de la información contable en los aspectos significativos determina­dos por el principio de importancia relativa. El con­trol interno analiza que se cumplan las directrices de la dirección, la protección de activos y la au­sencia de errores y fraude.
  • Debe hacerse de conformidad con principios y normas de contabilidad generalmente acepta­dos. En España estos principios se recogen en el Código de Comercio, la Ley de Sociedades Anó­nimas (LSA), el PGC y las normas del ICAC. Ante hechos para los que no existe legislación, se aplicarán normas nacionales o internacionales emitidas por organizaciones competentes en la materia, que no vayan en contra de la normativa específica.
  •  Todo ello tiene por objeto la emisión de un in­forme que tenga efectos frente a terceros. La opi­nión del auditor se pronuncia sobre la razonabili- dad de los estados financieros (balance, cuenta de pérdidas y ganancias, y memoria) y se basa en su análisis, siguiendo los principios y las normas de contabilidad generalmente aceptados.
Fuente: MHEducation.es