¡Un matemático ahí, por favor!

Quisiera pedirle un favor. Este libro contiene múltiples his­torias. En general, se trata de problemas para pensar, para en­tretenerse, para jugar. No todos tienen la misma complejidad. No todos tienen grados de dificultad similares, pero yo no sabría graduarlos. Lo que sí sé es que muchas veces, a lo largo de los últimos treinta o cuarenta años, estuve enfrascado en discusiones sobre qué es lo que habría que hacer con ‘la matemática’ si uno quisiera presentarla en forma ‘seductora’.

¿Cómo puede ser que una ciencia que tiene una rama que se llama Teoría de Juegos — una vez más… ¡Teoría de Juegos! — genere tantas reacciones en contra? ¿No habrá algo que podamos hacer para mostrar que la matemática tiene costados atractivos, divertidos, desafiantes, detectivescos, creativos? (seguramente si invirtiéramos más tiempo, podríamos encontrar muchos más adjetivos para cali­ficarla). Pero ¿por qué pasa lo contrario? Ni siquiera pasa algo ‘neutro’, lo que sucede es exactamente lo opuesto. Muy poca gente quiere tener algo que ver con ella, y más allá de llamarla o tildarla de aburrida, la matemática que se enseña (o la que se ha venido enseñando durante siglos) parece totalmente inservible.

Dicho todo esto, ¿qué podemos hacer? ¿Qué puedo aportar yo? Creo que ya han pasado muchísimos años y muchísimos libros que sostienen que esto ‘así… ¡no va!’. Bueno, aceptado. Así… no va.

Ahora me imagino que usted (que está leyendo estas líneas pero que no es un profesional de la matemática), me está incre­pando o cuestionando: “Pero ¿usted (que vendría a ser yo) qué puede proponer? Mejor dicho, ¿ustedes (los matemáticos) qué otra cosa pueden ofrecer?”.

Y es aquí donde yo me pregunto: “¿Por qué no somos capaces de ‘mostrar’ o ‘exhibir’ de qué hablamos cuando decimos todo lo que escribí antes? ¿Qué ejemplos puedo dar?”.

Mientras preparaba más historias para este libro, se me ocurrió presentar una decena de problemas que ya conté alguna vez, en algún otro momento y en algún otro contexto, pero que, como parte de la ‘matemática recreativa’, me gustaría proponerle a una persona que recién ‘aterriza’ y no tiene idea de la matemática que se enseñó hasta acá, ni de la matemática que habría que enseñar, y tampoco escuchó hablar de ‘seducciones’ o ‘aburrimientos’. Es simplemente una persona que viene ‘virgen’. ¿Qué le diría yo?

Lo único que tengo que suponer o asumir es que esta persona es capaz de pensar, de leer con cuidado cualquier cosa que se le ponga delante y, sobre todo, que cuente con condiciones de contorno que lo hagan sentir bien antes de empezar.

¿Qué quiero decir con esto último? Que lo que sigue es opta­tivo, no está forzada/o a hacerlo, ‘si quiere lo hace y si no quiere no lo hace’, solo pretende despertar su curiosidad. Confío —en todo caso— en que la misma curiosidad que me despertó a mí, le despertará a ella/él. ¿Será posible que eso suceda?

Antes de avanzar en la lista de problemas, permítame acla­rar: no estoy proponiendo que la siguiente lista de ejercicios para pensar reemplace a la matemática que se enseña hoy. ¡No! Solo pretendo que empecemos en un lugar diferente, que entremos por una puerta que no sea La puerta equivocada. En todo caso, propongo otras puertas de entrada.

Fíjese lo que le pasa a usted. En principio, yo había elegido 25 pro­blemas, pero después me parecieron demasiados. De hecho, tendría que escribir un libro entero dedicado a ellos. Los enunciados están al principio de cada texto y las soluciones siguen en forma inmediata.

Si le interesa ahondar más en los diez puntos, el material que existe sobre cada uno es muy amplio y, en cualquier caso, están escritos en algún otro libro de esta misma colección. Encontrará la referencia a la que puede acudir si siente que el texto la/lo deja insatisfecha/o.

Fuente: UBA.AR