Esperanzadora es la mayor conciencia que los niños muestran respecto del cuidado al medio ambiente, pues ello posibilitará que, cuando adultos, las decisio­nes que habrán de tomar, ya sean gobernantes, legis­ladores, directivos de empresas o simples ciudadanos, las harán bajo nuevos y más responsables paradigmas.

Interesante es también observar el fenómeno median­te el cual muchos ciudadanos, grupos y comunidades, con más o menos razones, se alzan para defender con fuerza y hasta con pasión el medio ambiente, cuando algún determinado proyecto le amenaza.

Pero llama la atención, al mismo tiempo, por qué los ciudadanos no se rebelan, con la misma fuerza, cuan­do más de 5.000 personas mueren cada año en nuestro país, producto de diversos tipos de accidentes, por falta de prevención: en el tránsito, en el trabajo, en el hogar y en diversos otros lugares y circunstancias.

¿Acaso la “huella de sangre” no es, claramente, tan­to o más importante que la “huella de carbono”, por ejemplo?

Y por qué no se rebelan también cuando, además de lo anterior, muchos son los que nos abandonan pre­maturamente por falta de prevención respecto de di­versos tipos de enfermedades: respiratorias, cardio­vasculares, diabetes e incluso cáncer, entre otras que bien pudieron haberse evitado. Y por qué no reaccio­namos con la misma fuerza cuando vemos que como sociedad estamos fallando en la prevención de la drogadicción, en la prevención de la delincuencia y en la prevención de muchos otros males que nos aquejan.

El accidente en la Mina San José, que estremeció a todo el país, es un desgarrador grito de auxilio que surge desde las entrañas mismas de la tierra, claman­do por el urgente desarrollo de una Cultura Preven­tiva. Y no sólo en las empresas, sino que una cultura preventiva que se apodere también de las autoridades de gobierno, de los legisladores y de los ciudadanos en general. Cada uno en su respectivo quehacer.

Los especialistas en prevención solemos decir que todo lo que tiene que ver con algún accidente, cual­quiera que sea, es nefasto y negativo, excepto el que nos deja el desafío de mejorar las cosas para evi­tar que se repita en algún otro momento, lugar o circunstancia.

Tabla de Contenidos
Prólogo
Antes de Entrar en Materia
«El Grito de San José»
Hacia Una Solución Verdadera
El Costo de la No Prevención
Como Somos en Materia de Cultura Preventiva
Paradigmas Nefastos
Mirando al Futuro
En Torno a la Cultura Preventiva
Y Ahora… ¡Vamos a las Propuestas!
¿Y los Medios de Comunicación?
Cultura Preventiva en las Empresas
Una Reflexión Final
Fuente: Rekrea