El surgimiento del derecho del trabajo

Con la Revolución Industrial, iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, las relaciones de trabajo evolucionaron de la esclavitud de la Edad Antigua o de la servidumbre de la Edad Media y el trabajo agrícola tradicional en la gleba, a un fenómeno nuevo que daba paso al maquinismo y la producción de bienes a gran escala en centros de trabajo. Estos concentraban a importantes cantidades de trabajadores bajo la dirección del empresario, que decidía con base exclusiva a su propia voluntad las condiciones en que se llevaba a cabo el proceso productivo. Se asiste, pues, al tránsito del campesino o del artesano al del obrero en las fábricas.

La Revolución Industrial coincide con el auge de la libertad de contratación y el individualismo, conforme al cual se atribuye al obrero la capacidad de ofrecer su fuerza de trabajo según sus propios intereses. Así, hasta finales del siglo XIX la contratación de mano de obra se ejecutaba a través de contratos civiles, lo que presuponía igualdad entre las partes.

Sin embargo, el elemento característico de dicha relación contractual era, precisamente, lo contrario, esto es, la desigualdad entre los contratantes, que se derivaba de la asimetría entre el empresario, dueño del capital, y el trabajador, titular de su fuerza de trabajo. Así, mientras el empleador estaba en capacidad de imponer sus propias condiciones en el contrato en razón del desbalance entre la oferta y demanda de trabajadores, estos no tenían más opción que someterse a ellas en atención a que su subsistencia y la de su familia dependían de la obtención de un trabajo remunerado.

Esta situación se hace crítica por la imposición de jornadas de trabajo excesivas y falta de condiciones mínimas de seguridad y salubridad en la prestación de los servicios. A esta situación se denominó la «cuestión social», que desde distintos sectores cuestionaba las condiciones de trabajo a la que eran sometidos los trabajadores.

Surgen así dos ideologías en relación con este fenómeno: el socialismo propugnado por Karl Marx, basado en la lucha de clases; y el socialcristianismo basado en la doctrina social de la Iglesia católica expuesta en la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, que ponía en el centro de la cuestión la reafirmación de principios éticos y religiosos en las relaciones de trabajo.

Las protestas sociales, las movilizaciones a través de organizaciones de trabajadores y el rechazo al statu quo fueron evidenciando que el sistema socioeconómico liberal era incapaz de dar una respuesta satisfactoria a la convulsión social que ya se avizoraba.

Se inicia entonces un movimiento que objetaba que las obligaciones que resultaban de una relación de trabajo quedasen sujetas a la libre decisión de las partes y, en cambio, va tomando cuerpo la exigencia de condiciones mínimas de empleo destinadas a compensar la desigualdad en la relación entre trabajadores y empleadores. Surge así la necesidad de la intervención del Estado, que sustituía la libre voluntad de las partes para dar paso a normas protectoras de obligatorio cumplimiento en el marco de una figura nueva: el contrato de trabajo.

En este libro abordaremos de manera sucinta los aspectos esenciales de la regulación peruana en materia del derecho individual del trabajo para el régimen laboral de la actividad privada. Hemos agrupado esos aspectos en tres capítulos: (i) el inicio de la relación de trabajo (formas de contratación de personal en el Perú); (ii) el desarrollo de la relación de trabajo; y, (iii) la extinción del contrato de trabajo.

Fuente: Fondo Editorial PUCP